De los 3 millones de niños y niñas de 0 a 4 años que viven en la Argentina, el 46,2% vive en situación de vulnerabilidad social. Transitar la primera infancia en este contexto no sólo pone en riesgo el ejercicio de los chicos sobre sus derechos, sino también sus posibilidades futuras para desplegar todo su potencial. Es en estos primeros años de vida que se da el mayor desarrollo físico, emocional e intelectual de una persona y se origina la capacidad de aprender.
Poniendo el foco en esta etapa, buscamos acompañar el desarrollo integral de niños y niñas que viven en villas de la Ciudad de Buenos Aires para que el punto de partida no determine el punto de llegada.
"Partimos de que cada niño tiene las mismas posibilidades de accionar. Si arrancamos condicionándolo por el lugar en el que vive, eso va a cambiar nuestra mirada y, seguramente, lo que ese niño crea sobre sí mismo", comparte Paz Moya, coordinadora del CPI "Pilarcitos", Con esta convicción buscamos potenciar el desarrollo de 350 niños y niñas de 0 a 5 años en la Villa 21-24, Barracas, y la Villa 1-11-14 de Bajo Flores
Hoy, a través los Centros de Primera Infancia "Floreciendo" y "Pilarcitos" y el Centro CONIN Barracas, trabajamos para fortalecer la primera infancia brindando atención nutricional, alimentación, espacios educativos y recreativos, estimulación temprana y encuentros sobre crianza para las familias.
Acompañando procesos y generando vínculos con las familias, buscamos también cumplir otro rol: el de la concientización. "Invitamos a las familias a ser conscientes de que no son eso que muchos dicen, que tienen derechos y que pueden acceder a ellos", explica Paz sobre las experiencias que van teniendo con las familias. Se la ofrece a los chicos un escenario diferente que les abra un camino distinto a la hora de forma su identidad y creer en ellos mismos.
Es vital reflexionar sobre cómo se acompaña a los niños y co-construir las miradas con las familias, las docentes y los equipos para lograr infancias respetadas.
“Estamos rodeados de niños que lograron desarrollar sus fortalezas acompañados por una mirada potenciadora de sus capacidades”, dice Angélica Manrique sobre las experiencias que se dieron en el CPI "Floreciendo". Natalia, alumna de Sala 3 , es un ejemplo de esto. Sus dificultades motoras y neurológicas no le impidieron ser reconocida por sus compañeros como una más en su sala y participar de las actividades comunicándose a su manera. “La mirada de sus maestras, que creyeron en sus capacidades y respetaron sus tiempos de aprendizaje, junto a un acompañamiento a la familia, potenciaron todo lo que Nati es”.
María José Sanabria, mamá de Lautaro, Dana y Thiago, recuerda cómo fue el ingreso de Thiago al CPI “Pilarcitos”: ”Me emocioné porque habíamos ido a muchas escuelas y en ninguna lo tomaban porque tenía un aparatito para respirar”, cuentan en referencia a la traqueotomía que tuvo Thiago. “Después de que lo operaron, no tuvo problemas para participar en la sala ni para hablar, estuvo muy bien acompañado por su seño".
Thiago ya se egresó, pero sus hermanos Dana y Lautaro vienen a Sala de 1 y 3 en el CPI “Pilarcitos. “Lo que quiero para mis hijos es que sigan estudiando y que aprendan a valorar la vida”, comparte María José. “No me gustaría que dejen de estudiar como me pasó a mi. Voy a apoyarlos siempre en lo que les guste a ellos”.
Cada día es una oportunidad para que los chicos exploren, aprendan y descubran todo el potencial que tienen. Creer en ellos es un primer paso para que vivan una infancia sin barreras.
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