Nuevos desafíos para un mismo camino: acompañar siempre a las infancias
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Nuevos desafíos para un mismo camino: acompañar siempre a las infancias



En el último año, aprendimos y aún seguimos aprendiendo a acompañar a los niños, niñas y sus familias, en un contexto incierto, que nos llama día a día renovar los esfuerzos y a reinventarnos. Desde el 2020, trabajamos con una modalidad híbrida entre lo presencial y lo virtual que representa un gran desafío para el equipo, las familias y principalmente para los niños y las niñas. Sin embargo, fieles a la impronta que nos caracteriza, sostenemos que buscar las maneras de estar cerca, acompañar a las familias y adaptarnos en este contexto es lo que nos permitirá seguir aportando a las infancias y su desarrollo.

Con la pandemia como escenario, encontramos nuevas formas de acompañar a las infancias desde la virtualidad, preparándonos al mismo tiempo para seguir en los barrios para dar lo mejor de nosotros, cuidándonos como estos tiempos requieren.


Desde Pilares reivindicamos las experiencias de cada uno de los y las integrantes de nuestro equipo en el acompañamiento a los niños y niñas y, ahora más que nunca, sus aportes como profesionales especializados en infancias guían el camino para encontrar la mejor manera de seguir trabajando en pos de su bienestar.


En esta nota, queremos compartirles las voces y experiencias transitadas por algunas de las integrantes de Pilares, recuperando lo aprendido en la virtualidad y las posibilidades de actividades presenciales que hemos tenido.


Flor


“El cuerpo, la mirada, el lenguaje verbal y también el gestual, el calorcito de un abrazo para acompañar un llanto, la mano sosteniendo una ronda, los ojos señalando las formas que toma una nube, todo eso es fundamental para construir vínculo en la primera infancia, y fue justamente lo que no tuvimos el año pasado”.


Flor es integrante del equipo de Cuidados Oportunos de la Primera Infancia en Familia como comunidad (COPIF). Flor habla de los gestos, las miradas, el calorcito de un abrazo y las formas de las nubes como formas de crear un vínculo con los chicos, que con la virtualidad debió necesariamente cambiar, y este 2021 tuvo, y aún tiene, el desafío de reconstituirse en las posibilidades de cierta presencialidad.


“Durante la pandemia, la virtualidad se convirtió en la herramienta que hizo posible continuar el contacto con las familias, sin embargo, el vínculo se vio claramente afectado ya que, al tratarse de la primera infancia, comenzó a tomar más relevancia la comunicación con los adultos que con los niños y niñas. De todas maneras, aquello deja huella, y es por eso que durante la pandemia los videos, fotos, juegos, cuentos y canciones que compartimos con las familias fueron esenciales para acortar distancias y sostener ese vínculo ya construido previamente”.


“La virtualidad no sólo afectó el vínculo con las y los docentes, profesionales de la salud y ludo-educadores, sino que los niños y niñas dejaron de poder compartir momentos de socialización con sus pares en ese tiempo sensible e impalpable en el que el juego sucede, en el cual es posible mirarse, encontrarse, bailar, escuchar una palabra nueva, imaginar un mundo o un código en complicidad con otros y otras… Tejer esos lazos en y desde ese tiempo lúdico, impacta en el aprendizaje, en su autonomía, su creatividad, su autoestima, sus emociones”.


Flor ve la presencialidad como una “apuesta”. Apostar es confiar y, como dice Flor, crear: “Retomar la presencialidad en los espacios educativos y en los espacios de juego es una apuesta a recomponer algo de ese lazo que se vio afectado durante la pandemia. Y pensarlo en términos de apuesta nos da la posibilidad de inventar formas de cómo hacerlo, ya que entendemos este regreso como un nuevo modo de encontrarnos, y cuidarnos sigue siendo una prioridad”.


Lihue


Lihue es docente de nivel inicial en el Centro de Primera Infancia (CPI) Pilarcitos. Como el resto de sus compañeras, en febrero comenzó a poder realizar algunas actividades presencial en las aulas con grupos reducidos, luego de casi un año de educación virtual y encuentros muy puntuales con las familias. “Es un espacio para que los niños puedan descomprimir un poco de tanto tiempo de encierro de sus hogares”, dice.


“Desde el CPI no solo trabajamos contenidos que colaboran en el desarrollo de la niñez, sino que brindamos la posibilidad de compartir el espacio de juego con otros niños, ya que muchos de ellos pasan el tiempo con referentes adultos y en espacios reducidos”.


“El compartir tiempo con niños de su edad, le permite a los niños desarrollar su independencia y autonomía, ampliar su vocabulario verbal: poder sociabilizar con niños de su edad, con quienes comparten gustos en común”, agrega.


Luego de un 2020 con modalidades a distancia que implicaron una reconfiguración no sólo de los roles sino de las formas de acompañamiento a los niños, niñas y sus familias, este 2021 nos puso el complejo desafío de poder acompañar virtualmente y presencialmente con los cuidados y responsabilidades que ello implica.


“Después de casi un año de confinamiento, encerrados en los hogares, creo que uno de los desafíos más difíciles es replantearnos las actividades en diferentes espacios del CPI, ya que los niños hoy por hoy precisan mayormente de espacios al aire libre y donde puedan correr, explorar aún más el espacio y renovar energías”, cuenta Lihue.


Como a todos, la pandemia le cambió a Lihue el día a día. “Enseñar con barbijo, sin poder mostrar la sonrisa, también es un desafío muy grande como maestra, ya que la manera más visual de demostrar tranquilidad y amor es la sonrisa. Pero por suerte los niños están acostumbrados, incluso creo que más que los adultos, a las nuevas modalidades y el periodo de adaptación ha sido mucho más tranquilo y llevadero gracias al entusiasmo y las ganas que tenían de volver al CPI. Y también gracias a la confianza y el amor de las familias”.


Paz


“¿Cómo nos aprendemos a cuidar si no nos encontramos con otros? Aprender a encontrarnos en estas modalidades sólo va a ser posible si lo ponemos en práctica.”


“Acá se asume un riesgo, eso es una realidad, pero creo que si todos somos responsables del cuidado y nos asumimos responsables del cuidado del otro, es un cambio de paradigma, porque mis decisiones de cómo accionar van a ser otras. La forma de cuidarnos y aprender a convivir, es conviviendo”, dice Paz, nuestra Directora de Programas.


Paz resalta varias veces que “el juego es lo más importante para los niños y las niñas”. “Los chicos se subjetivan, se elaboran, se contienen a través del juego. Por eso uno acompaña jugando”.


La virtualidad impuso nuevas formas de jugar, a través de pantallas y muchas veces sin un grupo de pares con quien compartir. “La pantalla tiene dos dimensiones y el encuentro tiene múltiples dimensiones, ahí es donde uno puede ver con integralidad a un otro, a una otra. El juego por pantallas es muy complejo, todo lo que te perdés es muy complejo”.


La presencialidad implica además del contacto y la ternura, un cuidado colectivo que es beneficioso no solo para los niños y las niñas, sino que es un sostén para quien se encargue de su cuidado. “El encuentro y la vuelta a la presencialidad pensada con cuidado y pensada desde el cuidado del otro y la otra, permite además tener múltiples miradas de ternura sobre niños y niñas, y colaborar a sus procesos subjetivos. Trabajar la cuestión del miedo al encuentro con el otro es muy importante: revalorizar el encuentro con el otro para que no sea percibido como una amenaza”.


La pandemia nos llevó a repensarnos como Fundación y a resignificar la función de nuestros programas en el acompañamiento a los niños, niñas y familias. Creemos que parte de enseñar y aprender comunitariamente a leer este nuevo mundo, nos necesita compartiendo la tarea de acompañarnos y cuidarnos desde la ternura y el afecto, y también desde la responsabilidad del cuidado de los otros.


Continuamos implementando protocolos de cuidado para promover el bienestar en todo sentido. Estas actividades se promueven comprendiendo que trabajamos con comunidades que atraviesan situaciones de mucha vulnerabilidad y que no estar presentes vulneraría aún más a las familias con las que trabajamos. Sabemos que debemos estar ahí, que seguir siendo creativas, y cuidadosas será la manera que podamos encontrar para seguir acompañando a las infancias en este contexto.



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