Algunas historias de superhéroes nos enseñaron que quienes cambian el mundo son tocados por una varita mágica de poder, o son llamados por una profecía que les permite tener la capacidad para generar una realidad distinta.
Y es como si esos cuentos nos hubieran marcado, haciéndonos creer que el poder de cambiar algo viene de un acontecimiento externo a nuestra persona; que tenemos que enfrentarnos a algo extraordinario para descubrirnos como personas involucradas con la realidad que nos rodea.
Pero la verdad es que, si lo pensamos un poco, quienes verdaderamente “cambian el mundo”, lo hacen a través de sus elecciones, no a través de superpoderes. Elecciones chiquitas, cotidianas, imperfectas; pero que surgen de la propia voluntad. Que afectan a muchos o a pocos… pero que afectan. Surgen de personas que, viendo su realidad, eligieron dar un paso de acción. Y son esas las acciones que terminan dándole otra forma a las realidades que nos rodean.
El voluntario no sólo pone su trabajo y su tiempo a voluntad de otros; sino que pone a su voluntad como el verdadero motor de cambio. El voluntario entiende que a partir de su decisión, algo puede cambiar. Alguien puede inspirarse. Alguien puede compartir su historia.
Cuando sos voluntario, estás eligiendo ser parte de la historia de muchas familias. Y siendo parte de sus realidades, comenzamos a crear algo nuevo. La propuesta del voluntariado es esa: salir al encuentro. Quizás dando ese paso estés caminando a una realidad distinta para todos.